El estigma en la fibromialgia

Algunos médicos no creen en la fibromialgia; otros, aunque son conscientes de que existe, no la diagnostican; y algunos mÔs, haciendo gala de un importante desconocimiento, dicen que no hay ningún tratamiento para ella.

A los familiares y amigos de la enferma les irrita la situación porque no comprenden que pueda sentirse tan mal y estar permanentemente  limitada para todo tipo de actividades de la  vida diaria. En el Ômbito laboral, las frecuentes bajas por enfermedad perjudican claramente su futuro laboral y, ademÔs, no se suele tener en cuenta a la hora de conceder una incapacidad. Todo esto hace que la enferma de fibromialgia se vaya convirtiendo en una persona estigmatizada.

La fibromialgia no es la primera enfermedad que ha sido estigmatizada a lo largo de la historia. Otras enfermedades tambiƩn han sido envilecidas, temidas y hasta odiadas por la sociedad, de manera que los enfermos que las sufren pasan a ser personas marginadas y en algunas ocasiones, incluso, han sido literalmente apartadas de la sociedad. Los motivos por los que se estigmatiza una enfermedad han sido diversos. Veamos algunos ejemplos:

Hace tiempo –no tanto como cabrĆ­a pensar–, existĆ­an personas poseĆ­das por el demonio. Se trataba de enfermos esquizofrĆ©nicos, psicóticos, oligofrĆ©nicos o dementes, que asustaban a la sociedad con sus manifestaciones clĆ­nicas. Por supuesto, se desconocĆ­a quĆ© les producĆ­a la enfermedad y entonces, siguiendo un criterio puramente religioso –muy al uso en aquellos tiempos– las autoridades eclesiĆ”sticas decidieron que el demonio habĆ­a invadido aquellas almas produciendo su enfermedad. En este caso el estigma habĆ­a sido ocasionado por un motivo religioso pero, contra toda lógica, funcionaba como todos, es decir, marginando al enfermo para mantenerlo aislado de la sociedad.

La lepra ha sido otra enfermedad estigmatizada a lo largo de la historia, también por motivos religiosos. Este caso era casi peor que el anterior pues al enfermo, encima, se le consideraba un pecador y  había sido castigado por Dios con la enfermedad. Solución: apartarlo de la sociedad, y cuanto mÔs lejos mejor. Para tu información, hubo algunas leproserías situadas en islas tan lejanas que el enfermo no tenía ninguna posibilidad de retornar a la sociedad.

TambiĆ©n hay enfermedades estigmatizadas por motivos de Ć­ndole moral como el alcoholismo la drogadicción, el SIDA, la sĆ­filis y otras enfermedades de transmisión sexual, por ejemplo. No es solo que sean personas ā€œdaƱinas para la sociedadā€Ā  –que por supuesto no todos lo son–, sino que tambiĆ©n se les hace un juicio moral y se les considera moralmente dĆ©biles segĆŗn las normas de nuestra sociedad. El resultado final es el mismo y se convierten en personas marginadas.

Hay otras enfermedades que ponen en peligro a la sociedad y por tanto Ć©sta se encarga de aislar a los que las sufren siguiendo un criterio, llamĆ©mosle, social. En general, es el caso de las enfermedades infecciosas con alto riesgo de contagio como la peste, donde se llegaban a cerrar –literalmente hablando– ciudades enteras para que no contagiaran al resto del paĆ­s; o la tuberculosis, cuando se recluĆ­a a los enfermos en sanatorios exclusivos para ellos; o mĆ”s recientemente,Ā  infecciones vĆ­ricas como el Ɖbola con una altĆ­sima tasa de mortalidad que estigmatiza a los pacientes hasta unos lĆ­mites increĆ­bles; como pudimos apreciar en Madrid hace unos aƱos con motivo de unos pocos casos que, por cierto, se contagiaron por ayudar a los demĆ”s.

Y, ¿qué pasa con la fibromialgia? ¿CuÔles son los motivos por lo que se estigmatiza a estas enfermas? Algunas mujeres con fibromialgia creen que hay un criterio de machismo en esta marginación, porque son mujeres en el 90% de los casos, y opinan que si fuera una enfermedad de hombres habría mÔs medios para combatirla y estaría menos estigmatizada. QuizÔs no les falte razón.

También puede haber criterios de tipo político, porque son enfermas con altas tasas de incapacidad laboral que podrían hacer peligrar el sistema económico de prestaciones sociales si a todas ellas se les reconocieran sus limitaciones en el puesto de trabajo. En este sentido, la falta de sensibilidad hacia las personas vulnerables estigmatiza con gran facilidad a estas enfermas.

En fin,  los criterios con los que anteriormente se han estigmatizado a estas enfermedades resultan grotescos y primitivos en el momento actual y va siendo hora de apartarlos definitivamente. Hay que pensar que un enfermo no elige su enfermedad y no es culpable de padecerla y, por tanto, la sociedad debe hacer todo lo posible para mejorar su situación eliminando cualquier criterio de valoración que no sea el estrictamente sanitario.

TambiĆ©n te puede interesar…

6 Comentarios

  1. MarĆ­a Luisa Bermejo Leon

    Gracias doctor por este artĆ­culo tan interesante y cierto,

    Responder
  2. Miguel Aguado

    Muchas gracias, muy interesante y poder ver, al tiempo, que el tiempo y el conocimiento pone las cosas en su sitio. Si creo que hay criterios machistas, si fuésemos mayoría los hombres que la padecemos seguro que tendrían mÔs peso los tratamientos y la investigación. Gracias

    Responder
  3. Verónica Andrea GonzÔlez Garea

    Gracias Dr.
    Magnífica lección de la historia de la ignorancia humana. Como siempre un placer leer sus opiniones.

    Responder
  4. Mónica GonzÔlez

    Muchas gracias Dr Rivera por publicar esta información. Creo que todavía es una enfermedad poco comprendida socialmente. En el trabajo es fÔcil que te tachen de vaga o floja y en la familia de estar siempre quejÔndote. Encima de sufrir dolores a diario, tienes que aguantar a los ignorantes e insensibles que hablan porque tienen boca.

    Responder
    • Verónica Andrea GonzĆ”lez Garea

      Mucha razón Mónica.

      Responder
  5. Noelia

    Que razón tienen tod@s con sus comentarios, en la sociedad nos miran como si fuésemos seres raros por quejarnos aveces simplemente con tocarnos, la vida cotidiana hay días que es una cuesta arriba. En mi familia la padecemos mi hermana mayor desde los 32 años y a mi me la diacnosticaron a los 43 años,ahora mismo mi hija con 18 años esta en consulta con la reumatóloga porque empieza a tener síntomas. Desde luego es una enfermedad silenciosa y dolorosa que no se la deseo a nadie. Gracias al Dr. Rivera por estar ahí.

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no serÔ publicada.