Dolor y mujer

Cualquier enfermedad en la que el dolor sea uno de los síntomas principales siempre es mÔs frecuente y mÔs grave en las mujeres que en los hombres. Por ejemplo, en la fibromialgia, una enfermedad caracterizada por dolor crónico generalizado del aparato locomotor, el 90% de los pacientes son mujeres.

¿Esta diferencia es debida a que las mujeres se quejan mÔs del dolor, como habitualmente se les dice, o a que realmente sienten mÔs dolor que los hombres y simplemente lo expresan tal y como lo sienten?

Se ha intentado explicar este desequilibrio de género tan llamativo con todo tipo de teorías. Una de las que con mÔs insistencia se ha propuesto a lo largo del tiempo estÔ basada en el diferente papel que juega la mujer en la sociedad, con marcadas diferencias en aspectos psicológicos, culturales, sociales o laborales que predisponen a las mujeres a tener mÔs enfermedades y mÔs dolor. Es decir, la vieja teoría de que son el sexo débil y por eso se quejan mÔs, entre otras cosas del dolor.

El problema se agudiza porque no disponemos de un instrumento que nos permita medir el dolor con objetividad, es decir, como un termómetro que nos indique hasta dónde alcanza el dolor. Para medir el dolor utilizamos cuestionarios y escalas en las que se le pregunta al paciente cuÔnto dolor siente, y en cualquier enfermedad con dolor, las puntuaciones de las mujeres son siempre mÔs elevadas que las de los hombres.

En modelos experimentales humanos de dolor, en los que se aplican estƭmulos dolorosos y se miden las respuestas a los mismos, las mujeres tambiƩn muestran una respuesta mƔs acentuada que la de los hombres frente a estos estƭmulos.

Yendo a la experimentación con animales -en los que no existe el supuesto papel socio cultural del que se ha hablado siempre-, los ratones hembra reaccionan frente a los estímulos dolorosos de una forma mÔs intensa que los machos y, ademÔs, el comportamiento que desarrollan frente al dolor también es diferente.

Lo que sí se ha podido medir en los ratones es la respuesta biológica de los animales cuando se les somete al estímulo doloroso, y lo que se ha visto es que efectivamente es diferente en ambos sexos. Aquí no voy a describir con detalle esas diferencias, pero diré que varias moléculas como algunas citocinas, péptidos cerebrales y neurotrasmisores relacionados con la respuesta del sistema nervioso a los estímulos se comportan de forma distinta según sea el sexo del individuo.

De estos hallazgos se puede deducir que, si los mecanismos fisiopatológicos son distintos en ambos sexos, la sensación de dolor también lo serÔ. De esta forma, cuando la mujer muestra una puntuación mayor del dolor que el hombre, no es porque haya diferencias socio culturales sino porque efectivamente estÔ sintiendo mÔs dolor.

Esto nos tiene que hacer reflexionar para cambiar nuestra manera de evaluar lo que nos cuentan las mujeres sobre su dolor. No debemos seguir anclados en la clÔsica interpretación de que su dolor es menos importante por el hecho de ser mujer.

Por ejemplo, podemos empezar por medir en escalas diferentes el dolor del hombre y el de la mujer, porque en la actualidad utilizamos la misma escala de medida para ambos sexos y, lo que es peor, despuƩs la aplicamos a las herramientas que usamos para valorar la gravedad de una enfermedad.

Las consecuencias inmediatas es que las mujeres con enfermedades donde el dolor es un síntoma importante siempre resultan estar mÔs graves que los hombres y por tanto se les hacen mÔs pruebas, se les ponen tratamientos mÔs enérgicos y agresivos y también se les hacen mÔs intervenciones quirúrgicas. Esta actuación conduce irremediablemente a que las mujeres siempre tienen mÔs complicaciones, mÔs afectos secundarios de los fÔrmacos y responden peor a los tratamientos.

Este sesgo a la hora de medir la intensidad de algunos síntomas no solo es perjudicial para la mujer. Volviendo al ejemplo de la fibromialgia, nos podemos preguntar por qué hay tan pocos hombres con esta enfermedad. La respuesta posimente sea porque los hombres sienten menos dolor y como el diagnóstico actual de la fibromialgia se basa precisamente en el dolor, a los hombres no se les diagnostica con tanta facilidad, aunque tengan la misma enfermedad.

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1 Comentario

  1. Victoria Carpallo

    Gracias

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